martes, 25 de octubre de 2011

¡Poesías divertidas!

Disfrutemos de la lectura de algunas de ellas:
NARIZOOTAS[1]
-¿A DÓNDE VAN?
-DIJO EL TUCÁN.
-A VER AL ÑATO
-RESPONDIÓ EL PATO.
-¡AHORA ME ACUERDO,
HOY CUMPLE CERDO!
-CON VOZ CANTANTE
-GRITÓ ELEFANTE.
-¡QUÉ CRUEL DESTINO
-DIJO EL ZORRINO-,
NADIE ME INVITA
A LA FIESTITA.
-DATE UN BUEN BAÑO
Y AL CUMPLEAÑOS,
PODÉS ENTRAR
SIN AVISAR.
ASÍ LE DIJO,
MIRANDO FIJO,
UN MASTODONTE
RINOCERONTE
.
Y FUERON TODOS,
DE VARIOS MODOS,
CON SUS PRESENTES
BIEN DIFERENTES.
HASTA UN PAÑUELO
QUE CAYÓ AL SUELO
Y UN PAVO LOCO
¡LE PUSO MOCO!

 HECHIZOS[2]: Hechizo para mentirosos
Adentro de una nuez,
Donde una araña hizo pis,
Se mezcla un poco de viento
Con pastas de una lombriz.

La lombriz no tiene patas
Y la araña no hace pis
Y en la nuez no cabe nada,
Ni un vientito: te mentí.

Martín Fierro y José Hernández: dos grandes, es una nueva obra de teatro, de Adela Basch, que ofrece una adaptación divertida, aguda y cuidada del gran poema nacional, Martín Fierro. Escrito en verso, como el original, cuenta con soltura y humor las aventuras del gaucho pendenciero y su dura realidad. Se presenta, a continuación, un pequeño fragmento de la obra:

Hombre de frac 2:
Si sos criado en el campo
Para vos no son las letras.
Es como si un hombre manco
Quisiera ser un atleta.
Pensalo bien, por favor,
No cometas desatinos.
¡Si vos te crees escritor,
Yo entonces soy Aladino!



[1] María Martín,  libro VerZoos, colección La estación, pág. 42.
[2] Cecilia pisos, Las brujas sueltas, colección pan flauta, pág. 55.

¿Cómo construir poesías con humor?

Si bien los orígenes de la construcción del humor en la poesía se presentan de la mano de la poesía barroca, pudo llegar a nuestros tiempos, y es así como  hoy pueden deleitarse grandes y chicos con este género, tanto en ámbitos académicos como en ámbitos de la vida cotidiana.
Ejemplo de ello son una gran colección de poesías infantiles, con carácter humorístico, que brindan innumerables autores contemporáneos. En todas ellas se vislumbran las características específicas de este género, la utilización de recursos humorísticos, empleados por los autores, con la intención de provocar la risa en los lectores o en quienes escuchan la lectura, una lectura que deberá “aderezarse”, además, con los condimentos de la entonación, la expresividad, las pausas apropiadas, etc.

Recursos para el humor:
  • ·         Los protagonistas: con características físicas particulares, un nombre humorístico o profesión insólita, etc.
  • ·         El absurdo: presentar hechos no posibles en el mundo real, como si fueran naturales y normales.
  • ·         Los equívocos: se producen cuando se confunde una situación o se la interpreta de manera incorrecta.
  • ·         Las exageraciones: implica agrandar los hechos más allá de lo que resulta normal y esperable.
  • ·         El juego de palabras: consiste en usar vocablos que sólo se diferencian en alguna o algunas de sus letras, o incluir palabras que  se escriben igual, pero que pueden interpretarse en diversos sentidos.

Francisco de Quevedo

A un hombre de gran nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.


 
La construcción del humor en la poesía

No se puede hablar de humor en la poesía sin remitirnos a la poesía barroca. La lírica barroca representa la ruptura del equilibrio renacentista. Este cambio se lleva a cabo por medio de dos tendencias: el culteranismo, representado por Luis  de Góngora, y el conceptismo, encabezado por Francisco de Quevedo (Madrid 1589-Villanueva de los infantes 1645). Ambos postas mantuvieron entre sí una gran rivalidad y son, junto con Lope de Vega, los principales autores de la lírica barroca.
La nueva poesía reflejó los contrastes característicos de la época. De este modo, junto a un tratamiento serio de temas como el desengaño o la muerte, se desarrolló una tendencia poética de carácter humorístico y satírico.
El Barroco busca la ruptura del equilibrio entre forma y contenido que caracterizaba a las obras literarias del período anterior. Este propósito común de desestabilizar se encuentra en la base de las dos principales tendencias renovadoras de la época:
·         El culteranismo: persigue la belleza formal. Este movimiento rompe el equilibrio renacentista potenciando en las obras el valor de la expresión. Se centra en la elaboración pormenorizada del significante, en el cuidado minucioso del lenguaje (su máximo representante es Luis de Góngora, por ello también se ha denominado también como gongorismo a esta corriente).
·         El conceptismo se fija fija más en el contenido y prefiere emplear recursos de ingenio, como juegos de palabras, asociaciones de ideas y dobles sentidos. De esta forma, deshace la armonía clásica mediante la elaboración compleja del significado. El poeta conceptista utiliza a menudo recursos de carácter semántico, como la ironía, la paradoja, la antítesis, la hipérbole, el equívoco e incluso la caricatura. El representante más importante del conceptismo poético es Francisco de Quevedo. Su estilo revela un dominio magistral de la lengua: la ironía, la parodia, los juegos de palabras basados en el juego fónico (paronomasias) o en el doble sentido (dilogías) y las metáforas que se apoyan en relaciones sorprendentes son constantes en su poesía. El poeta recurre con frecuencia a expresiones vulgares y coloquiales, e incluso crea nuevas voces (neologismos). Quevedo adopta así una actitud de juego permanente con el lenguaje.
La poesía de Quevedo es muy variada, en ella se abordan prácticamente todos los temas. Pero es en sus poemas burlescos y satíricos, donde se percibe su tono humorístico, aunque también una visión pesimista. Algunos de los temas que aborda son las costumbres de su tiempo, la sátira de rivales literarios como Góngora o la parodia de personajes mitológicos.
Cualquier motivo, cualquier tipo o carácter puede ser objeto de su deformación caricaturesca.